Félix Miranda Quesada
La Sociedad más educada, no es la que navega entre Títulos Académicos u Honoríficos; una sociedad educada no es la que se mueve entre Doctorados, Maestrías, Licenciaturas y Doctorados Honoris Causa. La sociedad moderna tiene acceso a Grados Académicos como nunca antes lo tuvo; los Doctorados Honoris Causa los poseen, incluso, personas sin un alto grado de escolaridad ni logros o aportes significativos a la ciencia, el arte, la cultura, la educación o la medicina, pues éstos "Doctorados Honoris Causa", los “venden” en varias partes del mundo (puede el lector investigar al respecto).
Tampoco es la
sociedad más educada aquella que navega entre religiones de diferente
naturaleza y “creyente” en Dios, practicante de rituales rutinarios y
diversidad de enseñanzas, todas en nombre de Dios y, la mayoría de las veces,
con prácticas extravagantes para impresionar a la humanidad y particularmente a
sus adeptos, al mejor estilo de una campaña de marketing.
Y es que,
mi afirmación, no nace, en absoluto, de las ganas de escribir algo o mostrarme
a los pocos lectores que me leen, como la persona del descubrimiento del siglo,
de quien descubrió el secreto de los últimos tiempos, pues lo que se describe
en este corto artículo no es algo antojadizo. Basta con revisar la historia,
tanto la de larga data como la historia moderna, así como darle seguimiento a
las noticias del acontecer nacional e internacional, para descubrir que los casos
más grandes de corrupción en el mundo, han tenido como autores intelectuales a
personas con altos grados académicos de las mejores universidades del mundo y que,
para la “destrucción” de la sociedad en los crímenes de lesa humanidad y las
mayores torturas acaecidas, han recurrido a hombres de ciencia con doctorados
incluidos.
Tampoco es
o debería ser un secreto que, algunas de las peores guerras de la historia han
sido llevadas a cabo en nombre de Dios y han sido lideradas por los más
altos dirigentes eclesiásticos de organizaciones religiosas a nivel mundial,
convirtiendo dichos eventos bélicos en masacres y sangrientos genocidios. Tampoco
es o debería ser desconocido para el lector sobre las violaciones masivas a
niños, algunas muy recientes, realizadas por máximos líderes religiosos y
líderes políticos, tanto en oriente como en occidente, sin excluir América
Latina.
Lo anterior
nos lleva, indudablemente, a algunas reflexiones y, claro, a ineludibles
interrogantes como:
¿Acaso no son
necesarias la academia y la ciencia?
¿Qué es una
sociedad educada?
¿Dónde se
encuentra esa sociedad educada?
¿Pertenece
usted y pertenezco yo a una sociedad educada?
¿Qué se
requiere para incorporarse a tal sociedad educada?
Interrogantes,
las anteriores, que pueden llevar al lector a la reflexión y a sacar sus
propias conclusiones, pues, es sabido que durante mucho tiempo se han utilizado
como símbolo de educación, a la academia y a la religión y que éstas han
penetrado hasta lo más profundo de organizaciones poderosas que, sin
representar, necesariamente, una sociedad educada, hacen uso de ellas para
confundir a los ciudadanos y distorsionar la verdadera educación.
Nos
leemos en un próximo artículo…