Prof. F茅lix Miranda Quesada
Despu茅s de tantas b煤squedas, pausas, silencios y
reflexiones, hay un momento en el camino en el que entiendes algo que no
siempre se dice en voz alta y que a prop贸sito he omitido en mis art铆culos
anteriores, seguro de que lo tienes presente; y es que toda soledad siempre
tiene compa帽铆a. Incluso cuando est谩s a solas contigo, incluso cuando parece que
nadie mira, nadie escucha y nadie entiende hay una Presencia que nunca se ha
movido de estar junto a ti. Cuando tomas conciencia de ese descubrimiento se transforma
por completo la forma en que vives tu vida interior.
En todos estos art铆culos hemos explorado la soledad como fuente de claridad, creatividad, descanso y equilibrio. Pero ahora nos corresponde cerrar el c铆rculo, para que no escape nada; la soledad no solo te conecta contigo te conecta con Dios. Y cuando eso ocurre, es cuando verdaderamente lo interno se acomoda, el ruido baja y aparece una paz muy distinta, m谩s profunda, m谩s serena, m谩s verdadera. Es como un sello a las bondades de la soledad que, al final de la jornada, es la mejor soledad, pues es soledad con la mejor compa帽铆a.
Cuando te quedas a solas nunca est谩s solo
Hay silencios que asustan y estoy consciente de ello y hay espacios internos que incomodan. Pero esos espacios, los que nadie ve, los que nadie percibe, son los mismos donde Dios trabaja con m谩s delicadeza. Ah铆, en ese lugar donde dejas de actuar, de demostrar, de correr o de pretender sobresalir, puedes reconocer esa voz suave, pero poderosa, con la que nada ni nadie puede competir, es la voz de Dios. Dios no habla a gritos, habla en calma; y la soledad, cuando la abrazas sin miedo, se convierte en el escenario perfecto para escucharlo.
Cuando sueltas el ruido aparece esa fuerza poderosa
A veces creemos que necesitamos m谩s ruido para no sentirnos solos. Pero es al contrario, la verdadera fortaleza aparece cuando te animas a bajar el volumen, a quedarte en silencio y a sostener tu alma sin distracciones. Es en esa quietud, esa que al inicio incomoda, donde Dios ordena lo que est谩 disperso dentro de ti. Te devuelve visi贸n donde hay confusi贸n, y calma donde hay tensi贸n; te muestra que lo que buscabas afuera siempre estuvo disponible dentro de ti.
La verdad es que la soledad no te debilita, te prepara, te fortalece, te estabiliza y te recuerda que no tienes que cargar la vida con tus propias fuerzas solamente. Siempre hay alguien que ha estado a tu lado dispuesto a ayudarte y consolarte como la mejor compa帽铆a en tu soledad.
El espacio 铆ntimo donde se restaura todo
Cuando te das permiso de estar contigo y con Dios, algo cambia; no cambia de golpe pero cambia. Empieza a nacer una claridad que no viene de pensar demasiado aplicando tu inteligencia, sino de rendirte, de reconocer que necesitas gu铆a, que necesitas luz, que necesitas una paz que solo puede venir de 脡l. Y ah铆, en esa entrega silenciosa que haces, en ese rendirte, se restaura lo que estaba roto, se aliviana lo que pesaba y se ilumina lo que parec铆a oscuro. Y eso no es magia, es la presencia de Dios.
Dios en tu aliento, en tu pausa y en tu camino
Cada vez que respiras profundo, es como si Dios te dijera, aqu铆 estoy, no te alarmes, no est谩s solo. Cada vez que haces una pausa consciente, recuerda que hay una Mano sosteni茅ndote en lo invisible, cada vez que caminas en silencio, 脡l camina contigo. Y aunque el mundo avance r谩pido, tu alma puede moverse a otro ritmo, el ritmo de Su Presencia, ese ritmo que te permite pensar mejor, sentir con m谩s claridad y vivir m谩s alineado con lo que realmente importa.
Tu soledad es como un altar
Hay una verdad que pocas veces se dice, porque puede asustar; la soledad, bien vivida, se convierte en un altar, un lugar donde no hay apariencias, donde no hay argumentos que sostener, donde no hay presiones, solo t煤 y Dios. Ah铆 puedes orar sin palabras, puedes llorar sin explicaciones, puedes agradecer con el coraz贸n abierto y puedes renovar la fe sin necesidad de discursos demag贸gicos, solo t煤 y Dios. Tu soledad es un espacio sagrado, no porque est茅s solo, sino porque ah铆 reconoces Qui茅n siempre estuvo contigo.
Este cierre es un comienzo
Este es el cierre de nuestra serie sobre la soledad, pero tambi茅n es un inicio, un recordatorio de que tu tiempo contigo no es un escape, ni una huida, ni un signo de debilidad, es un reencuentro, un acto de franqueza profunda, y, sobre todo, una cita divina, un reconocimiento espiritual de la mejor compa帽铆a.
Debes entender que cuando aprendes a estar a solas con Dios, cuando dejas que el silencio se llene de Su presencia, cuando permites que en esa calma te hable, la vida se acomoda de una forma diferente. Se hace m谩s liviana, m谩s clara, m谩s llena. Tu soledad con Dios no es el final del camino, es m谩s bien, el punto donde todo empieza a tener sentido.



